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LA MUJER DE ROMA - MARTÍN, JOSE LUIS

 

El pintor Diego Velázquez es el gran protagonista de La mujer de Roma, la primera novela que publica el director de la UNED en Pamplona y crítico literario de Diario de Navarra, José Luis Martín Nogales.

 

¿Quién es La Venus del espejo?

 

José Luis Martín Nogales pudiera parecer en alguna ocasión un reportero que informa sobre una investigación histórica, quién sabe si como homenaje a Arturo Pérez-Reverte (Es un especialista en la obra de Pérez-Reverte, y quizás inspirador de la propia imagen del Capitán Alatriste). Pero con eso sólo quiero decir que la intriga está servida; Que se puede aprender mucho sobre el pintor entre todo el misterio. Y que da gusto recorrer, con la memoria, el cuadro. Casi tanto como mirarlo.

 

A pesar de su categoría como funcionario de palacio y la abundante documentación sobre su persona, en la vida de Velázquez "hay muchos claroscuros poco conocidos por la gente y eso es lo que me interesaba investigar", señaló ayer Martín Nogales.

 

La novela, publicada por Ediciones B, relata el hallazgo contemporáneo de una copia del cuadro La Venus del Espejo, lo que obliga al protagonista a viajar a Londres, París y Roma para establecer la identidad de la mujer que Velázquez tomó como modelo, por la que sintió una gran pasión y que resulta pertenecer a la familia de los Médicis.

 

Seducido por la belleza femenina que se escondía en La Venus del espejo e intrigado por la "melancolía" de su mirada, Martín Nogales se adentra en la vida del sevillano para averiguar los claroscuros y las "contradicciones" del genial artista, quien provocó a toda la sociedad de la época al pintar la espalda desnuda de una mujer, un gesto "erótico" o "muy atrevido" para esa época y el único desnudo que existe de ese siglo.

 

Martín Nogales reconstruye con todo lujo de detalles y documentos el siglo XVII, hasta el punto de que un profesor de Bachillerato le dijo que recomendaría la novela a sus alumnos "porque la riqueza de los datos que aporta les servirá como buena introducción a la época".

 

Este autor se estrena en la novela después de haber publicado varios libros y artículos sobre literatura española contemporánea, en particular sobre novela, cuento y periodismo. La novela surgió en un momento en el que su autor estaba muy apurado por entregar un informe. "En ese momento -explica- me vino una imagen a la cabeza y tuve que dejar el trabajo, escribir la idea y luego, ya tranquilo, retomar el informe".

 

Precisamente con ese folio comienza la obra, lo que le lleva a la conclusión de que "existen muchas razones para escribir, pero al final todo surge de una necesidad de comunicar algo" y en su caso fue "la afición a Velázquez".

 

Martín Nogales considera que la literatura española vive un momento "muy importante" que contrapone a "aquella época en la que hacía falta utilizar un seudónimo en inglés para firmar una novela".

 

Disfruta de la lectura de numerosos escritores españoles, "desde Mendoza a Marsé, pasando por Landero o cientos más", pero cita de manera especial a Arturo Pérez-Reverte, amigo suyo y que se inspiró en el rostro de Martín Nogales para crear físicamente a su personaje Diego de Alatriste.

 

 

ÁNGEL BASANTA | Publicado el 17/07/2008

 

En junio presentaba en Madrid Jonathan Brown, profesor de la Universidad de Nueva York y uno de los grandes especialistas en la vida y la obra de Velázquez, sus estudios sobre el genial pintor ahora reunidos en el volumen Escritos completos sobre Velázquez. En sus declaraciones a la prensa el sabio neoyorquino recordaba la paradoja velazqueña que nos descubre al autor de Las meninas como un hombre conservador empeñado en enriquecerse y ennoblecerse y, a la vez, como un pintor revolucionario que sigue fascinando a artistas de todas las épocas sin haber perdido nada de su intensidad y su misterio.

 

Dos meses antes de la visita del erudito norteamericano se publicó la primera novela del profesor y crítico literario José Luis Martín Nogales (Burgos, 1955), La mujer de Roma, que deparará a muchos lectores cultos y exigentes o deseosos de provechoso entretenimiento unas horas de grata compañía en la que se cumple el ideal horaciano del deleitar aprovechando. Porque La mujer de Roma es una novela de intriga apasionante, con inmersión en el enigma velazqueño e historias de amor hábilmente ensambladas y una bien documentada recreación (novelesca) de ciertos aspectos de la vida y la pintura de Velázquez, sobre todo en lo concerniente a su admirada Venus del espejo. De esto último el autor de la novela incluye abundante bibliografía en su epílogo final de Referencias sobre la vida y la obra del pintor y su época.

 

La mujer de Roma es un título dilógico, pues alude tanto a la mujer amada por Velázquez en su segundo viaje a Roma, donde pintó su hermoso desnudo convertida en diosa, como a la actual amante del narrador y la efímera relación amorosa de ambos en su aventura londinense. La historia novelada transcurre en dos tiempos y en tres ciudades: Londres, donde aparece, entre los muebles de una mansión cercana, una copia de La Venus del espejo, cuyo original está en la Nacional Gallery; Roma, de donde viene Lucía, amante de Martín, y a donde, en su tiempo, viajó Velázquez con la protección de Felipe IV, pintando allí algunos de sus cuadros más célebres; y Madrid, donde la insaciable ambición de Velázquez lo llevó a ser pintor del rey, aposentador de palacio y ayuda de cámara, y a donde regresa el narrador después del fiasco de sus investigaciones sobre la copia falsificada de La Venus del espejo encargadas por el marchante londinense que lo había contratado.

 

Ambas historias están bien ensambladas en una trama que aprovecha los más eficaces recursos para potenciar la suspensión de la intriga. Por una lado, dicho suspense se acrecienta con la gradual investigación, efectuada en lugares tan emblemáticos como el Palacio Real de Madrid, los archivos del Vaticano y el laberíntico jardín de Villa Médicis en Roma, lo cual conduce a desvelar el enigma de tanta belleza y sensualidad en el único desnudo femenino pintado por Velázquez, sólo posible porque nació del amor del artista con una bella y noble joven romana. Por otro lado, la encrucijada sentimental del narrador, indeciso entre los brazos de su amante romana y la velada promesa de su amiga madrileña más deseada desde la adolescencia, descubre profundas conexiones con el desconcierto y la zozobra sentimental del pintor en Madrid alejado de su hermosa Venus de Villa Médicis.

 

La mujer de Roma tiene los ingredientes necesarios para ser recibida con placer por lectores de todos los niveles. Su trama de amores y pasiones en dos tiempos y la intriga desatada por la investigación sobre la autenticidad o la falsificación de la copia encontrada colmarán el interés de todos. Su recreación de la vida y la pintura de Velázquez será del agrado de los más cultos. De su veracidad corresponde al historiador opinar. Este crítico se complace con el elogio de una novela escrita con propiedad y elegancia estilísticas (habrá que corregir el uso erróneo de “dintel” con el significado de “umbral”en pág. 160), con una intriga de intensidad creciente y una emotiva lección que modifica y enriquece nuestra mirada sobre La Venus del espejo.

 

 

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