top of page

EL ACCIDENTE - KADARÉ, ISMAIL

 

 

Ismail Kadaré nació en 1936 en Gjirokastra, también llamada Argirocastro, una ciudad-museo montañesa al sur de Albania. Su familia era musulmana laica. Estudió en Tirana y en Moscú.

 

Para entender bien a este escritor es conveniente saber, previamente, algo sobre la historia de Albania.

 

Albania es uno de esos países de historia desgraciada. Situado en la península balcánica, ha sufrido múltiples invasiones debido a su situación estratégica.

 

Formó parte del Imperio Romano. Cuando éste fue dividido, pasó a ser parte del Imperio Bizantino.

 

A fines de la Edad Media los turcos otomanos invadieron la península balcánica. La mayoría de la población fue convertida al islam, a lo largo de los siete siglos de ocupación.

 

En 1912, ante las sucesivas derrotas que sufrieron los turcos en las guerras balcánicas, los albaneses reclamaron su independencia y la consiguieron. En 1939 el ejército de la Italia fascista invadió y dominó Albania. Al final de la guerra el partido comunista, creado en 1941 bajo la influencia de los bolcheviques, tomó el control del estado albanés, bajo el liderazgo de Enver Hoxha.

 

El país fue inicialmente aislado por Occidente, luego Hoxha realizó una dura crítica al gobierno de Nikita Jrushchov, debido a lo que él consideró revisionismo jruschovista, rompiendo relaciones con la Unión Soviética y acercándose a China.

 

Finalmente, en 1992 fueron convocadas elecciones pluripartidistas.

 

Desde 1990 Albania ha estado orientada hacia el "Occidente" y en transición al capitalismo.

 

La dictadura que Hoxha estableció en Albania fue particularmente cruel. Así lo explica un albanés, Bashkim Shehu:

 

“Si solo castigas a un individuo, este podría asumir el riesgo. Pero, si golpeas a toda su familia, la cosa es distinta. Así es como se aplicaba el terror en Albania”.

 

Un caso paradigmático fue el del número dos del régimen: Mehmet Shehu. Ideólogo tan autoritario y feroz como el mismo dictador, permitió el noviazgo entre su hijo y una chica en cuya familia hubo opositores al régimen.

 

El comité central requirió a Mehmet Shehu para que repitiera su “autocrítica comunista” por desvío de la línea del partido al autorizar ese noviazgo. En su lugar, el primer ministro escribió una carta al “camarada Enver” en la que acusaba a otros miembros del partido y confiaba al dictador el cuidado de su mujer y de sus tres hijos. Después cogió su pistola y se suicidó, según la versión oficial. Su caso sembró el pánico en Albania e incluso fue novelado por Ismail Kadaré en El sucesor. Tras el suicidio, su familia fue declarada peligrosa y encarcelada.

 

Esta convulsa historia es la que refleja en su vasta obra literaria Ismaíl Kadaré, no sólo como representación de los sucesos históricos del pasado, sino también como explicación del presente y, casi, anticipo profético del porvenir. Añade además, como todo clásico de la literatura, un profundo sentido moral gracias al desarrollo de los problemas, preocupaciones e inquietudes que, desde siempre, han concernido al ser humano.

 

EL ACCIDENTE, CUESTIÓN DE LOCURA Y EL CORTEJO NUPCIAL HELADO EN LA NIEVE.

 

Son los libros que yo he leído.

 

En El accidente nos encontramos con una de las novelas más inquietantes y desconcertantes del escritor albanés. Se trata de una compleja y misteriosa historia de amor entre un enviado del Consejo de Europa y una mujer albanesa, fallecidos en un extraño accidente de tráfico en un taxi.

 

Mezcla de sueños y realidad en la investigación del accidente. Está ambientado en la crisis de Kosovo, con mordaces críticas a la Albania actual. Resulta extraño. El mismo Kadaré afirma que es un libro difícil. El taxista apenas recuerda nada. Lo que le distrajo fue ver que iban a darse un beso.

 

La novela transcurre entre los momentos del bombardeo de la OTAN sobre Serbia y la caída definitiva del comunismo, hasta el genocidio de niños albaneses en Kosovo o los juicios del Tribunal Penal Internacional de La Haya contra Milosevic.

 

También es una novela que, en ciertos momentos, erotiza.

 

Cuestión de locura son cuatro relatos. Me gustaron muchísimo los dos primeros, los otros no tanto.

 

El primero es parte de su biografía: Cuestión de locura. En la infancia del escritor, en la que aún se entremezclan los restos de la cultura otomana (el imponente personaje de su abuelo, el “Babu”, las plañideras y los “descifradores de sueños”) y el incipiente comunismo, produciéndose un enfrentamiento entre costumbres antiguas y nuevas que serán irreconciliables.

 

El desprecio (1984) trata sobre la boda entre una joven albanesa de noble estirpe otomana y un comunista de nuevo cuño, enlace cuyo resultado es el aplastante triunfo del presente radical sobre el pasado histórico.

 

Días de juerga (1962) presenta a dos estudiantes radicales, saqueadores de iglesias, gamberros y desestabilizadores de vetustos hábitos y de las ancestrales reputaciones de los clanes.

 

La estirpe de los Hankoni (1977) cuenta la crónica de una familia entre los siglos XVIII y comienzos del XX en torno a un terreno cercano la ciudad natal del autor, una finca que pasará por sucesivas fortunas y desastres, y en cuyas entrañas se enterrarán generaciones de éxitos y fracasos, vidas y secretos.

 

El cortejo nupcial helado en la nieve. Me gustó mucho. Sobre la represión en los países comunistas.

 

En el fondo narra en esta novela varias historias de amor. El amor de la  serbia Teuta Shkreli por su marido el poeta Martin Shkreli, hombre de letras empeñado en encontrar las evidencias de que, cientos de años antes de esta tragedia, los serbios y los albaneses habían podido convivir en un ámbito de respeto, e incluso de amor. Como sucede con las cajitas chinas o con las matrioshkas rusas, un amor encierra otro, el de la doctora por su marido; el de Sphend Brezftoht, albanés, y Mladenka Marcovic, serbia, ambos alumnos suyos, ambos enamorados, él con el pecho desgarrado por los tanques, ella perdida en el bosque buscando la improbable tumba de su novio; el amor imposible de Serbia y Albania, el amor atormentado de los albaneses por Kosovo, y el amor frustrado de los hombres que somos puercoespines que nos buscamos porque tenemos frío y al acercarnos nos hacemos daño unos a otros.

 

Cuenta los sucesos del 1 de abril de 1981, muerto ya Tito, el unificador de Yugoslavia, y la represión del ejército contra quienes en manifestaciones callejeras reclaman Kosovo como una república independiente. Pero las autoridades niegan la represión al tiempo que los cadáveres se acumulan en los hospitales. En uno de ellos se encuentra una médico, la única que da la cara por la verdad, mientras que su marido, filólogo, recuerda una canción tradicional sobre un cortejo nupcial de una joven albanesa y un joven serbio.

 

El paso del tiempo ni ha cambiado ni mejorado nada. El odio étnico sigue presente.

 

Se somete a un juicio a la médico por haber atendido a los heridos de la manifestación puesto que eran enemigos del estado.

 

La ignominia de ser sometida a proceso por no preguntarles las causas de sus  heridas, es suficiente para avergonzarla, no de su país, sino del mundo y del siglo en el que vive.

 

Pero toda esta violencia nunca es sórdida ni absurda. La sobria elegancia y el instinto poético de Kadaré redimen la crudeza de un libro que se lee como lo que es: una epopeya.

 

 

bottom of page